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Cuando la historia se repite, lleva el nombre de T1 tiene la sexta

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Hay finales que pesan más que las copas. Finales donde el tiempo se dobla, donde el pasado se cuela por los resquicios del presente para recordarnos que el trono sigue teniendo dueño. Worlds 2025 fue una de esas noches: T1 y KT Rolster se miraron otra vez a los ojos, como si nada hubiese cambiado desde aquellos días en que su rivalidad definía el mundo. Solo que esta vez, la historia no se repitió… se confirmó. T1 volvió a ganar, volvió a mandar, y volvió a dejar su nombre grabado con fuego: seis veces campeón del mundo.


KT llegó con precisión quirúrgica, como un reloj que no perdona errores. El primer

mapa fue suyo, sólido y controlado, castigando cada movimiento y asfixiando el juego temprano. Por un instante, la narrativa pareció escrita para un nuevo campeón. Pero T1 no entiende de profecías ajenas. Entiende de presión, de finales, de remontar desde la calma. En el segundo juego corrigió todo: macro limpio, decisiones milimétricas, y ese

sentido colectivo que solo el campeón eterno conserva. Uno a uno.

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El tercer asalto fue un clásico de manual: cuarenta minutos de tensión sostenida, visión perfecta, intercambios quirúrgicos y una batalla que se decidió en detalles. KT supo golpear, recuperar espacio y soñar otra vez. Pero la diferencia estaba en el pulso: mientras KT buscaba aire, T1 ya respiraba historia. En el cuarto, el empate llegó con autoridad: dominio absoluto, control del mapa, un carril superior intratable y rotaciones que parecían coreografiadas. El marcador 2-2 lo decía todo, pero el ambiente lo decía mejor: esto no era solo una final, era una herencia.


Y en el quinto, el cierre fue una firma. T1 entró con la serenidad del que ya ha estado ahí y el hambre del que no quiere irse nunca. Draft seguro, control total de objetivos, una ejecución casi perfecta. En menos de treinta minutos y con más de quince mil de oro de ventaja, el campeón cerró su destino. La arena de Chengdu explotó. Faker alzó la copa bajo un mar de confeti dorado, y por un segundo el tiempo se detuvo. Era el mismo gesto, el mismo brillo, pero un peso distinto: seis coronas.

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Con este triunfo, T1 se convierte oficialmente en el único equipo hexacampeón del mundo. Un legado sin precedentes, una dinastía que se niega a envejecer. Faker, más allá del mito, es ya el hilo conductor de toda una era. KT, por su parte, no cayó: empujó al campeón hasta el límite, devolvió el dramatismo al LoL y recordó al mundo que el clásico sigue vivo.


Worlds 2025 no fue solo un cierre de temporada. Fue un espejo del pasado, un pulso del presente y una promesa para el futuro. Porque si algo quedó claro en Chengdu, es que cuando la historia se repite… lleva el nombre de T1.

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